Premio Nobel de Economía 2019

El pasado lunes 14 de octubre, la Real Academia de las Ciencias de Suecia otorgó el Premio Nobel de Economía a la francesa Esther Duflot, al indio Abhijit Banerjee y al estadounidense Michael Kremer.

A mi juicio se trata de un gran acierto de la Academia pues se premia a la Economía como un instrumento para el “alivio de la pobreza global”. Así lo expresó Esther Duflo al recibir el premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales en 2015: “Nuestro objetivo es asegurarnos de que la lucha contra la pobreza esté basada en la evidencia científica”. La idea es no atacar la pobreza con grandes análisis macroeconómicos sino ir a lo microeconómico, a lo concreto. O dicho de otra forma, no se trata tanto de destinar un porcentaje del PIB para ayuda al desarrollo como de ver la eficacia de distribuir filtros potabilizadores de agua en una aldea perdida de Ecuador.

(Hago un breve inciso para destacar que las investigaciones de estos economistas certifican que el acceso al agua potable es una de las inversiones más rentables para los países en desarrollo).

Se trata de un análisis empírico de las pequeñas cosas para conseguir efectos a gran escala. Pongamos ejemplos.

  1. Educación. Kremer vio que las escuelas de Kenia tenían unos rendimientos malísimos. Parecía lógico apuntar a la pobreza de los colegios y de las familias como causa del problema. Dieron libros y comida gratis a los alumnos. El rendimiento no mejoró nada. Finalmente, tras varias pruebas y errores, acabaron descubriendo que la raíz del problema eran los profesores: estaban mal pagados y poco motivados. Destinando el dinero a incentivar a los docentes y a dar una atención más personalizada a los alumnos, los índices de rendimiento se dispararon rápidamente. Basándose en esta evidencia, la India ha implementado programas de atención en más de 100.000 escuelas. De lo pequeño a lo grande.
  2. Tecnología. Otro de sus descubrimientos fue que los agricultores de países pobres son reacios a modernizarse y tienden a retrasar la inversión en fertilizantes. Pero si se les envía estos productos a sus casas, acogen la innovación sin problemas y la asumen, mejorando radicalmente su situación.
  3. Sanidad. Otro experimento demostró que el dinero invertido en centros de vacunación fijos era dinero tirado. Costaban más que los centros móviles y encima, los padres no se desplazaban a dichos centros para vacunar a sus hijos. Se realizaron campañas de vacunación móviles que no solo redujeron el precio drásticamente, sino que “forzaron” a los padres a vacunar a los niños, pues tenían a los médicos en la puerta de sus casas. La tasa de vacunación se disparó del 6% al 31%.

Como se observa en los ejemplos expuestos, los premiados identifican comportamientos que no se explican de forma racional y que hacen que una política de desarrollo fracase. En este sentido, parte de su trabajo se basa en la Teoría de los Contratos y, sobre todo, en la Economía del Comportamiento, que recibieron premios Nobel en 2016 y 2017, respectivamente. Por otra parte, el uso de la Economía para mejorar el mundo también tuvo su galardón en el Nobel de 2018 que premió la integración del cambio climático en el análisis económico.

Solo me queda manifestar mi envidia –sana- hacia el trabajo de estos tres galardonados. Un trabajo muy interesante cuyo objetivo directo es la ayuda a los más desfavorecidos.

Duflot nació en París (Francia) en 1972, Banerjee nació en Bombay (India) en 1961. Ambos son pareja y profesores del Massachussetts Institute of Technology (MIT). Kremer nació en Estados Unidos en 1964 y es profesor en la Universidad de Harvard.

Este premio está dotado con 9 millones de coronas suecas (unos 831.000 euros) que los premiados se repartirán a partes iguales.

 

Premio Nobel de Economía 2018

La Real Academia de las Ciencias de Suecia premió el pasado lunes 8 de octubre con el Premio Nobel de Economía a William D. Nordhaus y Paul M. Romer.

El primero por integrar el cambio climático en el análisis económico determinando los costes y beneficios de reducir las emisiones contaminantes. Y el segundo por hacer lo mismo pero con las innovaciones tecnológicas, explicando qué hace que una economía innove y, por tanto, crezca más que otras. «Sus hallazgos han ampliado significativamente el alcance de análisis económico mediante la construcción de modelos que explican cómo la economía de mercado interactúa con la naturaleza y el conocimiento», ha destacado la academia sueca.

En opinión de Nordhaus, los agentes económicos no pagan un precio por las emisiones de carbono. Así que él es partidario de corregir esas llamadas externalidades negativas aplicando impuestos al CO2. Y estos deben implantarse de forma global, para evitar el fenómeno del free ryder, es decir, que unos países no combatan el cambio climático porque sean otros quienes lo hacen. A mediados de los noventa, se convirtió en la primera persona en crear un modelo sobre el cambio climático que incluía la población, cómo se concentra el dióxido de carbono, cómo afecta a la temperatura global, los efectos de respuestas con distintas políticas como el impuesto al carbono y la evolución del daño causado y sus consecuencias negativas para la economía.

Según Romer, el progreso tecnológico es algo que se produce en una economía de mercado y hay un contexto en el que se puede fomentar. Mientras que el crecimiento basado en la acumulación de factores productivos tiene unos rendimientos decrecientes, el crecimiento basado en ideas e innovaciones es sostenible a largo plazo y puede suceder de dos maneras: o bien una empresa puede tener una posición lo suficientemente monopolística como para poder recuperar los costes de innovar. De ahí que se justifique el uso equilibrado de patentes para fomentar la innovación: con derechos suficientes para recobrar la inversión pero limitados en el tiempo para que también otros puedan aprovecharlos. O bien el mercado no suele premiar a los creadores de nuevos conocimientos y, en consecuencia, no genera el suficiente cambio tecnológico. Así que para compensar este problema se debe incentivar la investigación y el desarrollo con subsidios. Estas ideas explican además las divergencias a largo plazo en el crecimiento de los países.

En definitiva, las investigaciones de los dos premiados proveen argumentos convincentes para la intervención de los gobiernos corrigiendo problemas que ocasionan los mercados.

Nordhaus nació en Alburquerque (Estados Unidos) en 1941 y actualmente es profesor de la Universidad de Yale. Romer nació en Denver (Estados Unidos) y fue economista jefe del Banco Mundial.

Este premio está dotado con 9 millones de coronas suecas (unos 870.000 euros).

 

Contratos FIDIC

Los  Contratos FIDIC (Internacional Federation of Consulting Engineers) se han convertido en el  modelo estándar de contrato de construcción  más utilizado a nivel internacional. La primera  edición de estos contratos se realizó en el año 1957.  Desde esa fecha se han ido generando revisiones y  nuevas versiones,  y en el año 1999 nació toda una nueva generación de contratos FIDIC, que recogían  las  exigencias derivadas de la creciente  internacionalización del sector de la ingeniería y la  construcción.

Los modelos FIDIC representan un vehículo seguro  para realizar  las inversiones internacionales, en  especial en proyectos EPC y en proyectos contratados  bajo el concepto de diseño y construcción. Diversos países han adoptado estos contratos como el modelo  de contratación pública, o se han basado en los  conceptos de FIDIC para crear su propio modelo.

El Banco Mundial ha adaptado uno de estos Contratos  (la Edición Armonizada de FIDIC)  como contrato  modelo  en los proyectos  que  financia, lo que está  contribuyendo a su difusión.

Los Libros FIDIC han sido concebidos para todo tipo de proyectos de infraestructura e incluyen multiplicidad de prestaciones a cargo de los contratistas (diseños, consultoría, construcción, operación, etc.). Para efectos prácticos FIDIC identifica sus contratos por colores (naranja, rojo, amarillo, plata, dorado, verde, blanco, entre otros).  Todos los contratos responden a una misma estructura: unas condiciones generales que constituyen el modelo de contrato propuesto por FIDIC y unas condiciones particulares que permiten a las partes incluir modificaciones y adiciones a dichas condiciones generales.

La utilización de los Libros FIDIC comporta múltiples ventajas.  Entre estas, la asignación clara de riesgos; la regulación de las pruebas a la terminación; las formas de resolver ágilmente controversias de índole técnica, de revisión de precios y de extensión de plazos.  Ello tiene como consecuencia que la negociación del contrato para un proyecto se limite a regular las condiciones particulares de conformidad con la naturaleza específica del mismo, lo que se traduce en mayor agilidad en la estructuración de los proyectos.

Algunas de las obras más importantes del  panorama internacional  han usado o utilizan este  tipo de Contratos, como la  ampliación del Canal de  Panamá. Gran parte de los  proyectos financiados  por  la  también recurre a este  modelo de contrato.

 

Fuente : http://www.eoi.es/blogs/jorgesalguero/2012/04/02/los-contratos-fidic/

Premio Nobel de Economía 2017

La Real Academia de las Ciencias de Suecia premió el pasado lunes 9 de octubre con el Premio Nobel de Economía a Richard H. Thaler, por sus investigaciones acerca de la psicología en la economía dentro del campo de la economía conductual.

La economía conductual difiere de la economía tradicional, que asumía que las personas disponían actuaban racionalmente en su propio interés, lo cual dista mucho de la realidad. La perspectiva conductual incorpora a la economía un análisis más realista de cómo piensan y actúan las personas cuando toman decisiones económicas. Thaler redefinió este análisis incorporando elementos psicológicos que influyen de forma sistemática en la toma de estas decisiones. En último término, su novedoso enfoque permite diseñar medidas e instituciones que incrementen los beneficios para el conjunto de la sociedad.

El galardón reconoce el trabajo de Thaler por integrar la economía y la psicología, explorando «cómo las limitaciones en el raciocinio, las preferencias sociales y la falta de autocontrol afectan a las decisiones individuales y a las tendencias en el mercado». No en vano, Thaler no dudó en ponerse una camiseta con el mensaje “Quasi racional” en alusión a su primer libro Quasi racional Economics (1991). Tampoco es casual que, ante la clásica pregunta acerca de qué pensaba hacer con tanto dinero, respondiera que gastarlo “tan irracionalmente como sea posible”.

No me extenderé acerca de las teorías de Thaler. Creo que es mejor leer sus libros, en especial Nudge (2009), traducido al castellano como Un pequeño empujoncito. Este libro, considerado por el Financial Times como uno de los mejores libros sobre finanzas, muestra lo propensos a cometer errores que somos los humanos. Cada día tomamos decisiones relativas a nuestra salud, a nuestras finanzas o a nuestro bienestar. Desafortunadamente, nuestros prejuicios nos llevan al desacierto. Según Thaler hay una serie de “arquitectos de elección” (padres, profesores, médicos…) que nos pueden dar un “pequeño empujoncito” que compense este error humano. La “teoría del empujón” se basa en una premisa tan simple como que, entre dos opciones, las personas escogen a menudo la que es más fácil sobre la que es más adecuada. Por ejemplo, es probable que esta noche de viernes me tome una pizza en vez de algo más saludable.

Thaler fue de los primeros en ver la importancia de las contribuciones de Daniel Kahneman (que recibió el Premio Nobel en 2002 por ayudar a desarrollar la misma área de conocimiento) para la ciencia económica en la década de 1970, y recogió el testigo del psicólogo israelí en el ámbito de la experimentación psicológica. En un típico experimento de Thaler para mostrar la irracionalidad de la toma de decisiones financieras, se llevan a cabo dos encuestas distintas. En una se pregunta a los entrevistados cuánto pagarían por la cura de una enfermedad mortal si tienen una probabilidad de haberla contraído del 0,001%. En la otra, se pide que cifren cuánto cobrarían por exponerse trabajando a una enfermedad mortal con unas probabilidades estimadas de contraerla del 0,001%. En ambas cuestiones las probabilidades de sufrir la enfermedad son idénticas. Sin embargo, los encuestados preferían cobrar mucho más por el trabajo que lo que ofrecían pagar por la cura.

Para quien desee una visión general de la extensa contribución a la ciencia económica de Richard H. Thaler, recomiendo también su reciente libro Todo lo que he aprendido con la psicología económica, en el que detalla con gran humor y viveza su carrera como economista desde sus inicios.

Thaler nació en Nueva Jersey (Estados Unidos) en 1945 y actualmente es profesor de la Universidad de Chicago. Este premio está dotado con 9 millones de coronas suecas (943.784 euros).

 

 

 

El factor miedo

El Índice del Miedo (VIX o CBOE’s Volatility Index) fue creado por el operador del mercado bursátil de Chicago para medir la expectativa de volatilidad en la Bolsa estadounidense. Habitualmente se dispara en momentos de pánico del parqué (llegó a 60 puntos en la crisis financiera de 2008), ya que los inversores se lanzan a vender acciones y aumenta el volumen de contratación. Por el contrario, baja en periodos de sosiego como el actual (está en 10 puntos, el mínimo desde 1993). Por ello, estos días, los gurús de la Bolsa andan buscando las causas del colapso de este índice, ya que no es la primera vez que predice una tormenta posterior.

Esta historia me ha recordado la importancia del miedo en la Economía. Cuenta el periodista Manuel del Pozo en su columna Peón de Dama que a mediados de 1993 una llamada telefónica hizo saltar las alarmas en la redacción del diario Expansión. Un hombre enloquecido y fuera de sí llamó al periódico para decir que tenían que publicar una información favorable para hacer subir las acciones de Banesto. De no hacerlo, amenazaba con poner una bomba en la redacción. El hombre estaba muy alterado, pero cuando se tranquilizó contó entre balbuceos su desesperada situación. Seducido por el entonces joven Mario conde había invertido en acciones de Banesto todos los ahorros de su familia: 3 millones de las antiguas pesetas (que hace 25 años eran una suma importante).

El uso del miedo para influir en la cotización bursátil tuvo otro patético ejemplo hace unos meses. Un joven ruso-alemán de 28 años intentó asesinar al mayor número de jugadores del Borussia para que la cotización del club se desplomase y así ganar dinero. A tal efecto, puso una bomba al paso del autobús del Borussia Dortmund. Afortunadamente, los cristales blindados del autobús evitaron la tragedia y el atentado sólo provocó heridas en una mano al defensa español Marc Bartra. El acusado, un tal Sergei W., compró el mismo día del atentado y a través de Internet, 15.000 opciones put (que apuestan por la caída de un valor) sobre las acciones del Borussia. También invirtió en contratos por diferencias (CFD) cuya rentabilidad se disparaba con una caída bursátil de las acciones del club alemán. Algunos analistas calcularon que podría haberse embolsado hasta 4 millones de euros.

Sin duda, es un caso extremo de uso del miedo, que pasará a la historia como el acto más atroz jamás realizado para manipular los mercados. Hasta ahora, los casos más conocidos para alterar las cotizaciones bursátiles respondían a artimañas financieras más o menos legales y en lanzar informaciones falsas al mercado. En 1992, George Soros se hizo famoso por su maniobra especulativa para doblegar nada menos que al banco de Inglaterra y embolsarse 1.000 millones de dólares en tan solo 24 horas. Otros casos conocidos son la manipulación contable de Enron, el amaño del índice Libor por parte de las entidades británicas o las hipotecas subprime respaldadas por los bancos de negocios y las agencias de rating.

El uso del miedo se ha sofisticado mucho gracias a la tecnología. En 2014, un grupo de hackers se coló en Wall Street y robó información de un centenar de compañías. Unos meses más tarde, unos ciberdelincuentes crearon una web idéntica a la de Bloomberg y publicaron la noticia bomba de que Google iba a comprar Twitter con lo que los títulos del pajarito subieron un 8%. Otros hackers piratearon la web de la constructora francesa Vinci y publicaron una nota reconociendo el falseamiento de sus cuentas y la destitución del director financiero. Sus acciones cayeron un 18%. Alguno o algunos debieron sacar jugosos beneficios de los vaivenes de la acción.

 

 

 

 

 

Más anglicismos financieros

He estado de viaje toda la semana, así que la entrada será cortita.

Ya hice una entrada de anglicismos financieros. Aquí dejo unos cuantos términos adicionales:

GREENSHOE: es una opción de compra que los emisores de acciones conceden a los colocadores/coordinadores en una OPV u OPS (oferta pública de venta o de suscripción), permitiéndoles así tener un cierto control del volumen de la operación en función de la demanda. Su origen está en la compañía Green Shoe Company, que fue la primera en emplearla.

OFF-SHORE: territorio, generalmente pequeño, con una legislación monetario-fiscal muy atractiva.

COLATERAL: activo que sirve como garantía para cubrir los riesgos de una operación de crédito.

DUMPING: en el contexto del comercio internacional, la práctica ilícita consistente en vender en el extranjero un producto a precios más bajos que en el mercado nacional.

LEVERAGE BUY-OUT (LBO): adquisición apalancada, operación de compra de una empresa con recursos específicamente obtenidos para ello en el mercado.

MANAGEMENT BUY-OUT (MBO): adquisición de una empresa por sus propios directivos.

OTC (OVER THE COUNTER): tipo de operación con valores realizada fuera de un mercado regulado. Estos mercados tienen una mayor libertad y una seguridad inferior al no estar supervisados ni regulados por las autoridades pertinentes.

 

 

 

La Escuela Austriaca

En su libro La escuela austriaca, Jesús Huerta de Soto nos ofrece los principios básicos de la escuela y sus principales diferencias con la escuela neoclásica (ya sea keynesiana o monetarista). Esta comparación es esclarecedora pues la escuela neoclásica es la corriente dominante de pensamiento económico de nuestro tiempo. La que se enseña en las universidades, para entendernos. Entre las diferencias más relevantes destacan:

  • El paradigma austriaco parte de “una teoría de la acción humana[1], entendida como un proceso dinámico y creador continuo. En este proceso los fines a alcanzar y los medios para conseguirlo no están dados ni pueden ser fijados de antemano ya que son siempre cambiantes por la continua acción y reacción de los agentes económicos. Cada hombre que actúa es un empresario[2]. Como vimos en la entrada “La paradoja del conocimiento”, el hombre que actúa es la clave de un proceso que no tiene fin y que nunca alcanza el equilibrio, pues siempre habrá actores que con su actuación rompen una y otra vez ese pretendido equilibrio aportando nuevos elementos al proceso. Ese hombre que actúa es el empresario creador que intenta aprovechar las descoordinaciones del mercado para obtener un beneficio en abierta competencia[3] con el resto de agentes. Con ello contribuye a coordinar los procesos de mercado en dirección a un equilibrio que naturalmente nunca se alcanza del todo.
  • La información disponible por los agentes económicos es siempre incompleta, subjetiva y diseminada, creada continuamente por millones de actores. Por ello, nadie puede tener certeza total de lo que ocurre, y menos aún de lo que va a ocurrir. Lo único que puede hacer el empresario son predicciones generales que tenderán a cumplirse según la lógica del análisis a priori, es decir, por la reflexión personal sobre el funcionamiento de la realidad a partir de unos pocos axiomas que son ciertos en cualquier situación. Por este motivo, los austriacos consideran un “error de enorme gravedad aplicar los métodos de la naturaleza a las ciencias sociales”. En la ciencia económica, a diferencia de lo que sucede en el mundo de la física, la ingeniería y las ciencias naturales, no existen relaciones funcionales (ni, por tanto, funciones de oferta, ni de demanda, ni de costes, ni de ningún otro tipo). En definitiva, no existen las matemáticas, pues estamos analizando el comportamiento humano, la acción humana. Como vimos en la entrada de “El yo narrador”, el hombre no siempre responde como cabría esperar. Como dejó dicho Newton: “Puedo calcular el movimiento de los cuerpos celestes, pero no la locura del hombre”. Aun considerando al ser humano un mero algoritmo («El gran dilema de la economía«), necesitaríamos un sistema extraordinario de Big Data para medir la suma de acciones humanas de millones y millones de personas; en suma, de toda la humanidad. Por tanto, el mejor instrumento para hablar de economía no es el lenguaje matemático, sino el lenguaje verbal.
  • Otro centro de la teoría austriaca es “el concepto de coste”. Para los austriacos los costes son subjetivos. Como señala Huerta de Soto: “Coste es el valor subjetivo que el actor da a aquellos fines a los que renuncia cuando decide seguir y emprender un determinado curso de acción”. Los costes no son objetivos y dados, sino que se van descubriendo conforme se actúa, y por supuesto, varían en cada momento según las circunstancias y alternativas. Es el llamado “coste de oportunidad”.

El problema económico fundamental que se plantea la Escuela Austriaca es pues muy distinto del que analizan los economistas neoclásicos: consiste en estudiar el proceso dinámico y muy complejo de coordinación social en el que los diferentes seres humanos generan empresarialmente de manera continua nueva información al buscar los fines y los medios que consideran relevantes en el contexto de cada acción en que se ven inmersos.

 

[1] En nuestra lengua castellana, uno de los significados del término “empresa” es el de “acción ardua y dificultosa que valerosamente se comienza”.

[2] La palabra “empresa” proviene de la expresión latina in prehensa que claramente conlleva una idea de acción: tomar, agarrar, prender. El término francés entrepreneur tiene la misma raíz.

[3] El término “competencia” procede del latín cum petitio, es decir, concurrencia múltiple de peticiones sobre una misma cosa a la que hay que adjudicar su dueño.

 

FUENTES

Invirtiendo a largo plazo, de Francisco García Paramés.

La escuela austriaca, de Jesús Huerta de Soto.

Homo Deus, de Yuval Noah Harari.

Big Data

¿Qué color de pintura es más probable que le diga si un vehículo de segunda mano está en buen estado? ¿Cómo puede identificar un ayuntamiento cuales son los baches más peligrosos de una ciudad? ¿Y como pueden predecir las búsquedas de Google la propagación de la gripe aviar? La clave para responder a todas estas preguntas son los datos masivos, los big data. Este término hace referencia a la ingente cantidad de información que proviene de la red, una información que hoy estamos en condiciones de procesar, analizar, tabular y utilizar… para bien o para mal. Los datos masivos representan una revolución que ya está cambiando la forma de hacer negocios y la economía en general. A la vez, significan el fin de la privacidad tal como la considerábamos hasta ahora.

Los profanos creen que la economía consiste en campesinos cultivando trigo, obreros fabricando ropa y clientes comprando pan y calzoncillos. Pero los expertos ven la economía como un mecanismo para acopiar datos sobre deseos y capacidades, y transformar estos datos en decisiones.

Según esta idea, el capitalismo de libre mercado y el comunismo controlado por el Estado no son ideologías en competencia, credos éticos o instituciones políticas. En el fondo, son sistemas de procesamiento de datos que compiten. El capitalismo emplea el procesamiento distribuido, mientras que el comunismo se basa en procesamiento centralizado. El padre de la escuela austriaca de economía, Friedrich Hayek, ya explicó: “En un sistema en el que el conocimiento de los datos relevantes está disperso entre muchas personas, los precios pueden actuar para coordinar los actos individuales de diferentes personas”.

Según este punto de vista, la Bolsa de Valores es el sistema más rápido y más eficaz que la humanidad. Todas las personas son bienvenidas: si no se incorporan directamente, pueden hacerlo por medio de sus bancos o fondos de pensiones. La Bolsa hace funcionar la economía global y tiene en cuenta todo lo que ocurre en el planeta… e incluso más allá. Los precios están influenciados por experimentos científicos de éxito, por escándalos políticos en Japón, por erupciones volcánicas en Islandia e incluso por actividades irregulares en la superficie del Sol. Para que todo el sistema funcione con fluidez, es necesario que tanta información como sea posible fluya tan libremente como sea posible. Cuando millones de personas en todo el mundo tienen acceso a toda la información relevante, determinan el precio más exacto del petróleo, de las acciones de Hyundai y de los bonos del estado sueco al comprarlos y venderlos. Por supuesto, ni que decir tiene que la evolución del precio es tan irracional como los datos que los generan y como las personas que los usan.

 

Fuentes:

Homo Deus, de Yuval Noah Harari.

Big Data, de Viktor Mayer-Schönderberg y Kenneth Cukier.

Términos financieros CURIOSOS

ABRAZO DEL OSO: táctica de acoso realizada por una sociedad adquirente en una OPA hostil, tras hacerse con un paquete que permite el control de la sociedad objetivo, consistente en dar un ultimátum al Consejo de Administración de esta última, ofreciendo unas condiciones que la primera considera dignas y asumibles (mantenimiento del equipo directivo, buen precio por las acciones, etc.).

CABALLERO NEGRO (black knight): inversor que ofrece por las acciones de una sociedad un precio superior al que ofrece otro inversor en una OPA con la intención de impedir que consiga su control.

CABALLERO BLANCO (white knight): inversor que acude en ayuda de una empresa que sufre una OPA hostil, ofreciendo un precio superior por las acciones con el fin de neutralizarla.

BUSINESS ANGELS: particulares que invierten en empresas nuevas en fase de crecimiento que no cotizan en un mercado oficial.

CHICHARRO: valor bursátil de alto riesgo, volátil, con escasa liquidez, cuya compra se realiza con criterios especulativos esperando que suba.

DINERO CALIENTE (hot money): dinero que se mueve con rapidez en los mercados internacionales, con carácter especulativo, aprovechando las diferencias de cotización entre divisas.

KIWI: denominación de los bonos y obligaciones emitidos en dólares neozelandeses.

OMBUDSMAN: denominación del Defensor del Pueblo en determinados países del norte de Europa, que se ha extendido a otras lenguas, entre ellas el español, para denominar a la persona que defiende a los ciudadanos ante las Administraciones o al consumidor ante las empresas.

PRINCIPIO DE DILBERT: principio según el cual las sociedades ascienden a los empleados menos competentes para que tengan una apreciación más limitada de los daños que pueden ocasionar sus decisiones.

PRINCIPIO DE PETER: principio según el cual los empleados son promocionados hasta alcanzar su nivel de incompetencia, momento en el que pueden empezar a perjudicar el funcionamiento de la empresa.

SAMURAI: denominación de los bonos emitidos en yenes japoneses por entidades no residentes en Japón.

TIERRA QUEMADA: estrategia desesperada para evitar una OPA hostil que consiste en vender los principales activos de la sociedad para desincentivar al inversor.

TRIPLE HORA EMBRUJADA: denominación que recibe en Wall Street el momento en que se realizan las liquidaciones mensuales de opciones sobre índices, situación de marcada volatilidad.

YANKEE: bonos denominados en dólares estadounidenses por entidades no residentes en EEUU.

YO-YO: valor mobiliario de elevada volatilidad.

ZAITEKU: palabra de origen japonés, abreviatura de zaimu tekunorojii, que significa: “inversión de los excesos de tesorería en valores mobiliarios”, pero que ha adquirido una connotación negativa como inversión especulativa.

ZURUPETO: intermediario bursátil no registrado.

El gran dilema de la economía

El profesor israelí Yuval Noah Harari afirma en su (muy recomendable) libro Homo Deus que el dilema más importante de la economía del siglo XXI bien pudiera ser que hacer con toda la gente superflua. ¿Qué harán los humanos conscientes cuando tengamos algoritmos no conscientes (robots) y muy inteligentes capaces de hacer casi todo mejor? Cuando los algoritmos sin mente sean capaces de enseñar, diagnosticar y diseñar mejor que los humanos, ¿qué haremos?

Esta no es una pregunta del todo nueva. Ya desde que estalló la revolución industrial, la gente temía que la mecanización pudiera provocar desempleo masivo. Esto no ocurrió porque, a medida que las antiguas profesiones iban quedando obsoletas, aparecían otras, y siempre había algo que los humanos podían hacer mejor que las máquinas. Pero esta no es una ley de la naturaleza y nada garantiza que la cosa siga siendo así en el futuro. Los humanos tienen dos tipos básicos de capacidades: capacidades físicas y capacidades cognitivas. Mientras las máquinas solo competían con nosotros en capacidades físicas, siempre fue posible encontrar nuevas tareas cognitivas que los humanos hiciesen mejor. Pero, ¿qué ocurrirá cuando los algoritmos sean mejores que nosotros recordando, analizando y reconociendo pautas?

Partimos de la base de que los humanos también somos algoritmos. Concretamente un conjunto de algoritmos orgánicos modelados por selección natural durante millones de años de evolución. Los que crean que tenemos alma y somos seres “especiales”, pueden quedarse tranquilos y dejar de leer. Muchas veces parecía que algo quedará “siempre” más allá del alcance de los robots, pero resulta que, a menudo, “siempre” significa apenas “una o dos décadas”. Hasta hace poco, el reconocimiento facial era uno de los ejemplos predilectos de algo que hasta los bebés hacen fácilmente pero que eludía incluso a los ordenadores más potentes. En la actualidad, los programas de reconocimiento facial son capaces de reconocer a gente de forma mucho más eficiente y rápida que los humanos El ajedrez era otro de los ejemplos de superioridad humana hasta que Deep Blue de IBM derrotó a Kaspárov en 1996.

En 2004 los profesores del MIT y de Harvard Frank Levy y Richard Murname publicaron un exhaustivo trabajo sobre profesiones que no podrían automatizarse. Se ponía el ejemplo de los conductores de camiones como puesto de trabajo que posiblemente no podría hacerse mediante robots. Solo 10 años después Google y Tesla ya tienen algoritmos que pueden conducir camiones con seguridad en una carretera con mucho tráfico.

No hay que irse a la prehistoria. Hace unas décadas, la gente del campo necesitaba una amplia variedad de habilidades para sobrevivir. Sin embargo, a lo largo de los últimos años, los humanos nos hemos ido especializando, lo cual nos hace mucho más fácil de sustituir por una Inteligencia Artificial (IA). Los ejemplos son múltiples. Uber es capaz de gestionar a millones de taxistas con un puñado de humanos. La mayoría de las órdenes las dan los algoritmos sin necesidad alguna de supervisión humana. El algoritmo VITAL efectúa recomendaciones de inversión después de analizar una enorme cantidad de datos. De hecho, este algoritmo es miembro del Consejo de Administración de la compañía Deep Knowledge Ventures… con derecho de voto.

 

Fuente: Homo Deus, de Yuval Noah Harari.