Premio Nobel de Economía 2018

La Real Academia de las Ciencias de Suecia premió el pasado lunes 8 de octubre con el Premio Nobel de Economía a William D. Nordhaus y Paul M. Romer.

El primero por integrar el cambio climático en el análisis económico determinando los costes y beneficios de reducir las emisiones contaminantes. Y el segundo por hacer lo mismo pero con las innovaciones tecnológicas, explicando qué hace que una economía innove y, por tanto, crezca más que otras. «Sus hallazgos han ampliado significativamente el alcance de análisis económico mediante la construcción de modelos que explican cómo la economía de mercado interactúa con la naturaleza y el conocimiento», ha destacado la academia sueca.

En opinión de Nordhaus, los agentes económicos no pagan un precio por las emisiones de carbono. Así que él es partidario de corregir esas llamadas externalidades negativas aplicando impuestos al CO2. Y estos deben implantarse de forma global, para evitar el fenómeno del free ryder, es decir, que unos países no combatan el cambio climático porque sean otros quienes lo hacen. A mediados de los noventa, se convirtió en la primera persona en crear un modelo sobre el cambio climático que incluía la población, cómo se concentra el dióxido de carbono, cómo afecta a la temperatura global, los efectos de respuestas con distintas políticas como el impuesto al carbono y la evolución del daño causado y sus consecuencias negativas para la economía.

Según Romer, el progreso tecnológico es algo que se produce en una economía de mercado y hay un contexto en el que se puede fomentar. Mientras que el crecimiento basado en la acumulación de factores productivos tiene unos rendimientos decrecientes, el crecimiento basado en ideas e innovaciones es sostenible a largo plazo y puede suceder de dos maneras: o bien una empresa puede tener una posición lo suficientemente monopolística como para poder recuperar los costes de innovar. De ahí que se justifique el uso equilibrado de patentes para fomentar la innovación: con derechos suficientes para recobrar la inversión pero limitados en el tiempo para que también otros puedan aprovecharlos. O bien el mercado no suele premiar a los creadores de nuevos conocimientos y, en consecuencia, no genera el suficiente cambio tecnológico. Así que para compensar este problema se debe incentivar la investigación y el desarrollo con subsidios. Estas ideas explican además las divergencias a largo plazo en el crecimiento de los países.

En definitiva, las investigaciones de los dos premiados proveen argumentos convincentes para la intervención de los gobiernos corrigiendo problemas que ocasionan los mercados.

Nordhaus nació en Alburquerque (Estados Unidos) en 1941 y actualmente es profesor de la Universidad de Yale. Romer nació en Denver (Estados Unidos) y fue economista jefe del Banco Mundial.

Este premio está dotado con 9 millones de coronas suecas (unos 870.000 euros).

 

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