Historia del dinero

Los cazadores-recolectores no tenían dinero. Cada banda cazaba, recolectaba y manufacturaba casi todo lo que necesitaba, desde carne a medicinas. Con el tiempo, el auge de ciudades y reinos y la mejora de las infraestructuras produjeron nuevas oportunidades para la especialización. Así surgieron los oficios: zapateros, médicos, carpinteros, soldados, abogados, etc. Pero la especialización creó un problema: ¿cómo gestionar el intercambio de bienes entre especialistas? Una economía de trueque no funciona cuando hay un gran número de extraños que pretenden cooperar. El trueque solo es efectivo cuando se intercambia una gama limitada de productos, pero no puede formar la base de una economía compleja. La mayoría de las sociedades encontraron una manera más fácil de conectar a un gran número de expertos: el dinero.

El dinero no son las monedas y los billetes. El dinero es cualquier cosa que la gente esté dispuesta a utilizar para representar de manera sistemática el valor de otras cosas con el propósito de intercambiar bienes y servicios. Ha habido muchos tipos de dinero: conchas, ganado, pieles, sal, grano, cuentas, tela, etc. En Auschwitz el dinero eran los cigarrillos: una hogaza de pan costaba 12 cigarrillos; un paquete de margarina, 30 cigarrillos; un litro de alcohol, 400 cigarrillos.

Actualmente, la forma más familiar de dinero es la moneda. Pero atención a este dato: la suma total del dinero en el mundo es de unos 60 billones de dólares, pero la suma total de monedas y billetes no llega a los 6 billones de dólares. ¡Más del 90% de todo el dinero que aparece en nuestras cuentas bancarias no tiene un respaldo material, sólo existe en servidores informáticos! Solo un delincuente compra una casa con un maletín lleno de billetes de banco. La gente está dispuesta a canjear bienes y servicios a cambio de datos electrónicos, que son más ligeros y menos engorrosos que los billetes y las monedas.

El dinero sólo tiene valor en nuestra imaginación: es una construcción psicológica. La gente acepta un valor ficticio superior a su valor intrínseco porque confía en su invención. La confianza es la materia bruta a partir de la cual se acuñan todas las formas de dinero. Y lo que creó dicha confianza fue una red muy compleja y a muy largo plazo de relaciones políticas, sociales y económicas. Si tomamos un billete de 100 euros y lo observamos con detenimiento no veremos nada más que un simple pedazo de papel. Al igual que todos los billetes de euro contiene la bandera de la Unión Europea y la firma del presidente del Banco Central Europeo. Aceptamos el valor de ese billete porque confiamos en la UE y en el presidente del BCE. El papel crucial de la confianza explica por qué nuestros sistemas financieros están tan fuertemente entrelazados con nuestros sistemas políticos, sociales e ideológicos.

El primer dinero conocido de la historia fue la sila de cebada sumeria. Apareció en Sumer (actual Iraq) hacia 3000 a.C., en la misma época y el mismo lugar en las que apareció la escritura. La sila era simplemente cebada: cantidades fijas de granos de cebada. La cebada tenía un valor intrínseco: se puede comer. Pero el gran avance de la historia del dinero se produjo cuando la gente llegó a confiar en dinero que carecía de valor intrínseco, pero que era más fácil de almacenar y transportar. La cebada lógicamente carece de esas cualidades. Así nació el siclo de plata en la antigua Mesopotamia (actual Iraq igualmente). El siclo de plata equivalía a 8,33 gramos de plata. A diferencia de la cebada, el siclo no tenía un valor intrínseco. La plata no se puede comer, beber ni hacer vestidos con ella.

Los pesos fijados de metales preciosos acabaron dando origen a las monedas. Las primeras monedas de la historia las hizo acuñar hacia el año 640 a.C. el rey Aliates de Lidia (actual costa mediterránea de Turquía). Así llegamos a los denarios romanos, que eran un medio de intercambio aceptado hasta en los mercados de la India. Más tarde, los califas musulmanes arabizaron este nombre y emitieron “dinares”, que siguen utilizándose en Jordania, Irak, serbia, Macedonia, Túnez y otros países. A finales de la era moderna todo el mundo era una única zona monetaria, que se basaba ante todo en el oro y la plata, y posteriormente en unas pocas monedas en las que se confiaba, como la libra inglesa y el dólar estadounidense.

Hoy en día, el dinero es el único sistema de confianza creado por los humanos que puede salvar casi cualquier brecha cultural, y que no discrimina sobre la base de la religión, el género, la raza, la edad o la orientación sexual. Por el contrario, es el epítome de las frías leyes de la oferta y la demanda, que sitúan al mundo en peligro de convertirse en un mercado enorme y despiadado.

 

Fuente: Sapiens, de Yuval Noah Harari.